Miniadultos: Cuando la infancia es solo un periodo de prueba

06/02/2025

Cuando éramos niños, jugar a ser adultos era solo eso: un juego. Nos poníamos los zapatos de mamá, fingíamos pagar cuentas con billetes de juguete o atendíamos un restaurante imaginario. Al final del día, volvíamos a ser niños. Sin embargo, hoy, las cosas parecen haber cambiado. Cada vez más niños dejan de jugar demasiado pronto, adoptando actitudes y comportamientos propios de edades mayores. Hablan como si tuvieran 15 años, cuando apenas tienen 9, y se preocupan por cosas que antes no figuraban en su radar. ¿Qué está pasando?

El problema no radica en que los niños maduren, sino en que salten etapas, que dejen atrás el escondite y los muñecos para reemplazarlos por filtros de Instagram y ropa de marca. En lugar de juegos inocentes, se obsesionan con tener un "crush" a una edad temprana, como si ya fueran adultos. ¿Cómo llegamos a este punto? La respuesta está en la exposición a contenidos y conversaciones que antes estaban fuera de su alcance.

La influencia de los medios digitales: ¿Qué están aprendiendo los niños hoy?

Los niños de hoy están expuestos constantemente a un flujo de información que antes solo estaba destinado a los adultos. Redes sociales, música, series, e incluso las mismas conversaciones de los adultos, les muestran un mundo de preocupaciones y actitudes que aún no pueden entender completamente, pero que imitan porque creen que así deben comportarse. Como se mencionó en el artículo anterior, Albert Bandura sostiene que gran parte del aprendizaje humano ocurre en contextos sociales mediante la observación de otros. Los niños aprenden observando, pero en la actualidad no solo observan a sus pares, sino también a los adultos a través de una variedad de plataformas, muchas veces sin un entendimiento crítico de lo que están imitando.

Plataformas como Instagram, TikTok y YouTube, por ejemplo, ofrecen contenidos creados por personas de todas las edades y procedencias, incluidos adultos que hablan sobre temas como moda, relaciones amorosas, estrés, trabajo o dinero. A pesar de que estas plataformas están llenas de creatividad y entretenimiento, también exponen a los niños a comportamientos y preocupaciones típicamente adultos. Esto los lleva a preocuparse por su imagen, a querer tener el "skin care perfecto" o a replicar tendencias de redes sociales no aptas para ellos, todo en busca de validación a través de los "me gusta". Este tipo de aprendizaje social, aunque natural en ciertos aspectos, los empuja a madurar de manera prematura.

La música es otro ejemplo claro de esta adultez prematura. Las canciones populares que los niños escuchan hoy en día incluyen letras sobre relaciones complicadas, fiestas descontroladas e incluso violencia. Estos temas, aunque puedan ser parte del contenido adulto, afectan la forma en que los niños entienden el amor, las relaciones interpersonales e incluso el comportamiento en sociedad. Las canciones no solo son una forma de expresión cultural, sino también un medio a través del cual los niños modelan su comportamiento. Sin embargo, imitar actitudes de "madurez" sin tener la capacidad de gestionar las emociones que estas canciones representan puede generar confusión emocional y comportamientos inapropiados para su edad.

El costo de crecer demasiado rápido

Este aprendizaje acelerado no es inocente. Aunque los niños tienen una asombrosa capacidad de aprender, cuando se ven expuestos a comportamientos y preocupaciones para los que aún no están preparados, su desarrollo emocional y social se ve comprometido. El problema central es que los niños no cuentan con las herramientas necesarias para comprender o manejar las influencias que están absorbiendo, lo que puede desencadenar ansiedad, problemas de autoestima y dificultades para interactuar con otros niños de su edad.

Además, el deseo de apresurar el crecimiento puede llevar a que los niños pierdan experiencias esenciales de la niñez, como el juego libre, la exploración creativa y la construcción de su identidad sin la presión de las expectativas de los adultos. Este fenómeno está relacionado con la "exigencia social de crecer rápido", un patrón que ha ido tomando fuerza en las últimas décadas y que marca la idea de que la niñez debe acelerarse para cumplir con los estándares de un mundo adulto.

Recuperando la infancia: ¿Cómo podemos ayudar a los niños a disfrutar su edad?

El problema no es que los niños crezcan, sino que lo hagan en una carrera sin frenos. Como sociedad, necesitamos crear un ambiente que permita que los niños vivan plenamente su infancia sin adelantar capítulos. Para hacerlo, podemos tomar algunas acciones clave:

  • Validar el juego y la imaginación. Es fundamental permitir que los niños sigan explorando, creando y jugando sin que se sientan avergonzados o presionados por tener que comportarse como adultos.

  • Ser el filtro de los contenidos que consumen. Supervisar lo que ven y escuchan es crucial, ya que el mundo digital no tiene límites de edad. Los adultos debemos ser responsables de proteger a los niños de contenidos inapropiados para su etapa de desarrollo.

  • No normalizar actitudes adultas en niños. Es importante no celebrar cuando un niño habla o actúa como si fuera un adolescente. A veces, esta "madurez aparente" se celebra como un logro, pero en realidad puede ser un signo de un desarrollo emocional apresurado.

  • Reforzar la importancia de la infancia. Es necesario recordarles a los niños que ser niño no es algo que deban apresurar, sino una etapa para disfrutar y vivir a plenitud.

Si seguimos permitiendo que la infancia se acelere, corremos el riesgo de tener adultos que nunca disfrutaron de su niñez. Y eso, definitivamente, es algo que debemos evitar. Al final, la infancia es la base sobre la cual los niños construyen su identidad, sus valores y su bienestar emocional, y debe ser vivida de forma genuina y sin presiones externas.