
El club de los niños ansiosos
¿Por qué la infancia de hoy es más estresante que nunca?
La infancia solía ser sinónimo de libertad, jugar sin preocuparse por el tiempo, aburrirse sin culpa. Hoy, en cambio, los niños viven con horarios de adultos, presionados por el rendimiento escolar, saturados de actividades y expuestos a un mundo que nunca se apaga. La ansiedad, antes vista como un problema exclusivo de adultos, se ha convertido en un diagnóstico común en niños cada vez más pequeños.
Pero, ¿qué está pasando? ¿Por qué la infancia de hoy es tan diferente?
La ansiedad es "la sensación que se experimenta cuando algo nos preocupa o asusta. Es un sentimiento natural y humano de miedo o pánico que, una vez que la amenaza desaparece, suele dar paso a la calma y al bienestar".
Determinar las causas exactas de la ansiedad puede ser complicado. Cuando enfrentamos situaciones estresantes, nuestro cerebro produce cortisol, una hormona que activa las señales de alerta en nuestro organismo. Esta respuesta es útil en momentos de peligro, ya que nos mantiene atentos y nos impulsa a buscar soluciones. Sin embargo, cuando el estrés se vuelve constante o excesivo, el cuerpo permanece en este estado de alarma por más tiempo del necesario, lo que puede generar síntomas como insomnio, dolores de cabeza, irritabilidad y dificultades para concentrarse.
Cuando esta respuesta de alerta se activa constantemente, como ocurre en niños que viven bajo presión constante, el cerebro se acostumbra a mantenerse en estado de alerta, generando una sensación de peligro incluso en situaciones cotidianas. Factores como las altas expectativas académicas, la sobrecarga de actividades extracurriculares y el constante bombardeo de información digital contribuyen a este estado de tensión.
El acceso ilimitado a redes sociales y medios digitales también ha transformado la forma en que los niños perciben el mundo y a sí mismos. La comparación constante con otros, la exposición a noticias alarmantes y la necesidad de estar siempre conectados elevan sus niveles de ansiedad. Además, el consumo de contenido diseñado para captar su atención puede generar en ellos una sensación de urgencia permanente, reduciendo su capacidad de desconectarse y relajarse.
A esto se suma la presión por cumplir con estándares de éxito y productividad desde edades tempranas. Muchos niños enfrentan agendas saturadas que les dejan poco tiempo para el juego libre, el descanso o la convivencia familiar, elementos esenciales para su bienestar emocional. Este ritmo acelerado no solo limita sus momentos de disfrute, sino que también reduce las oportunidades para desarrollar habilidades como la creatividad, la toma de decisiones y la resolución de problemas.
El juego libre, lejos de ser una pérdida de tiempo, es una herramienta fundamental para que los niños gestionen el estrés y fortalezcan su autoestima. Durante el juego, los niños exploran sus emociones, resuelven conflictos internos y crean vínculos sociales que les brindan seguridad y confianza.
Para ayudar a los niños a manejar este estrés, es fundamental que los adultos reconozcan la importancia del equilibrio en sus vidas. Brindarles momentos de descanso, fomentar el juego libre, reducir la presión por el rendimiento y permitirles expresar sus emociones son claves para devolver a la infancia su esencia: una etapa de descubrimiento, alegría y bienestar.
Además, los adultos juegan un papel crucial como modelos de calma y regulación emocional. Cuando los niños observan a sus padres y maestros manejar el estrés de forma saludable, aprenden herramientas que les permiten enfrentar sus propios desafíos con mayor seguridad. Dedicar tiempo a la convivencia en familia, conversar sobre sus preocupaciones y reforzar que su valor no depende únicamente de sus logros, contribuye significativamente a reducir los niveles de ansiedad infantil.
En un mundo que parece avanzar cada vez más rápido, devolverles a los niños la oportunidad de disfrutar una infancia tranquila es uno de los mayores regalos que podemos darles.